Saturday, February 11, 2006

fábula

Porque en su interior palpita un signo de interrogación.
Viajero hunde sus manos exhaustas en el pecho de agua, bebe de la fuente, calma su sed. Ella no habla, no se mueve, no inquiere ni reprocha. Viajero espera algún movimiento, alguna señal. Nada. Ella muy acuática permanece serena y en silencio, el viento ondula de vez en cuando su falda de algodón. Viajero se lavanta, retrocede, coge una piedra de entre la hierba, la eleva, la lanza a ras de mujer. Algo en ella se despierta. Algo apenas perceptible, un temblor o una ola.
Ni se te ocurra llamarlo amor.

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